Etapa Azul

Etapa Azul
Panoramica de muelle viejo

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Insomnio de primavera

Siente sed, hace rato que apagó la luz de la mesita de noche, el cuerpo tibio a su lado acompasa el respirar, mientras su mirada fija en la oscuridad busca un punto imaginario en el cielo de la habitación, su mirada traspasa la oscuridad y imagina el cielo estrellado, la brisa meciendo las hojas del peral brotando verdosas, tímidas esa primavera. Su respirar se confunde con los recuerdos cercanos, no puede dormir, fue intenso. Esa tarde, la bucólica paz de su barrio se vió interrumpida por las sirenas, no las marinas que
pululan en rededor del muelle viejo, las sirenas de alarma de la única ambulancia disponible a las 7 de la tarde, buscando un posible accidente, frecuente en esa época del año, cuando los viajeros inician sus vacaciones del aniversario de esa patria, los habitantes del pequeño pueblo, ajenos a la vorágine capitalina, ven con ansiedad el paso de los turistas hacia lugares mejor dotados, a playas menos concurridas, buscan la paz del sur o del norte. El pueblo está equidistante, ni muy lejos ni muy cerca de todo, por eso cuando la primavera llega, la atención se acerca a la vieja estación de trenes que cambia sus habituales trenes de carga por los comodos autocarriles de clase pullman de la nueva agencia de turismo y los recorridos del "longino" se hacen diarios, desde donde bajan los turistas de shorts y camisas floreadas de moda en este tiempo, cargando maletas, quitasoles y niños gritones que se desperdigan hacia la playa cercana en busca del chapoteo de las olas... Hace rato que intenta dormir, pero el recuerdo de la joven amada, de los besos que recorrieron su cuerpo desaforadamente, con el ansia de despertar esa piel que ahora tibia reposa mirando la oscuridad, traspasando la oscuridad, sintiendo nada mas que primavera ausente, insomnio le llaman y el divaga con "¿Estaré volviendo a ser joven?"... Los besos de la joven hicieron que la escena patética de estar de pie en el centro de la oficina del 7mo. piso, con las persianas a medio abrír y el teléfono descolgado, no lo fuesen... Mas pareció una escena de amor entre dos amantes , una escena de algún film de los 90", donde la censura no existió...Los labios de la mujer, humedos, ansiosos, recorrieron con suavidad el cuello, bajando dejando una estela de saliva en los bellos blanquecinos del pecho, buscando la línea oscura hacia el ombligo... Las manos corretearon hacia el cinturon y con movimientos instinstivos soltaron la hebilla de bronce del cinturón, luego el zipper baja dejando la tensión libre... Mientras recuerda con la mirada al cielo oscuro y instintivamente acerca su pierna a su mujer dormida, no puede evitar un suspiro.
¿Estás desvelado?, se escucha en la habitación en la voz de la mujer del personaje insomne..Imita un ronquido acompañado de un refunfuño que con un giro hacia la izquierda marca su posición en el lecho compartido hace años, estira su mano hacia la mesita y palpa en busca del vaso de agua que aliviara la sed que siente después del intento vano de dormir y dejar de pensar en el suceso que ha cambiado su vida, su ego, su "dormida piel marchita", frase de un poema escrito en su juventud y que calza perfecto a esa hora nocturna, primaveral y tardía..
No responde, simula estar dormido y el silencio vuelve a rondar el acompasado ritmo del respirar de los personajes de esta historia.
¿ Estas dormida??, susurra, después de sorber un trago de agua, ¿Quieres conversar?.. Insinua, con poca convicción.. El silencio le responde y acomoda con suavidad su cuerpo entre las cobijas para intentar no despertarla. "En fín," piensa, "a esta hora conversar no vale la pena"...
Cierra los ojos, ahora la oscuridad es total, duerme.



1 comentario:

Wilma Borchers dijo...

Te felicito una vez más, me gusta el ESTILO esa forma realista de narrar, la verdad que no deja indiferente este personaje navegando insomnios, tan desprotegido.
Un abrazo y mi cariño.